Cuando se anunció Daredevil: Born Again bajo el paraguas de Disney, muchos fanáticos sintieron una mezcla de euforia y miedo. ¿Cómo iba a mantenerse la esencia cruda, oscura y moralmente ambigua de la aclamada serie original de Netflix en el entorno mucho más pulido (y PG-13) del MCU? Tras varios episodios, la respuesta parece compleja: Born Again es un reinicio técnicamente competente, con destellos de brillantez, pero que todavía lucha por encontrar el equilibrio entre el tono adulto que definió a Matt Murdock y las exigencias de una franquicia más amplia y más familiar.
Lo bueno:
Charlie Cox sigue siendo el alma de esta historia. Su Matt Murdock ha madurado, y aunque el guion a veces no le da tanto para morder como en la serie original, su presencia sigue siendo magnética. Vincent D’Onofrio regresa como Wilson Fisk, y aunque su amenaza está más contenida, sigue exudando una calma perturbadora que hiela la sangre. La cinematografía es limpia, con combates bien coreografiados (aunque menos viscerales) y una Hell’s Kitchen que, aunque más estilizada, aún respira cierta suciedad urbana.
Lo no tan bueno:
El gran problema de Born Again es que se siente como si estuviera atrapada entre dos mundos. Por un lado, quiere rendir homenaje a la intensidad emocional y la violencia estilizada de su predecesora; por otro, debe mantenerse dentro de los márgenes narrativos y visuales del MCU. El resultado es una narrativa que, en ocasiones, se siente desinflada: conflictos que se resuelven demasiado rápido, personajes que no se atreven a cruzar ciertas líneas, y una falta de tensión real que antes era el sello de la serie.
Además, la “nueva dirección” que busca renovar el espíritu del personaje a veces tropieza con una sobreexplicación o con subtramas que intentan conectar con el MCU de forma algo forzada. Es como si cada episodio estuviera mirando de reojo al universo Marvel, preguntándose cuánto puede atreverse a ser distinto sin que lo regañen.
Veredicto final:
Daredevil: Born Again no es una mala serie. De hecho, es una propuesta interesante que podría evolucionar hacia algo notable si se le permite explorar su identidad sin miedo. Pero por ahora, parece más una versión suavizada del Diablo de Hell’s Kitchen: tiene el traje, tiene el nombre, pero todavía le falta volver a nacer… de verdad.
★★★☆☆ (3/5)
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