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Me faltan promociones como las de antes

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Siento que las promociones de cine y televisión han perdido la magia. Antes, los actores y actrices no solo desfilaban por alfombras rojas o posaban en festivales de cine y televisión, sino que se acercaban al público de una manera mucho más auténtica y cercana. Visitaban ciudades, colegios e incluso podían aparecer en la puerta de tu trabajo, como verdaderas estrellas. Había un sobre esfuerzo por conectar con la audiencia, algo que, lamentablemente, se ha ido perdiendo con el tiempo.

Recuerdo cuando el merchandising estaba en todas partes. No solo eran camisetas o pósters, sino que había productos de lo más alocado con las caras de los protagonistas de nuestras series y películas favoritas. ¿Quién no recuerda las míticas toallitas con los personajes de Los Serrano? Ese tipo de promoción hacía que los actores y actrices formaran parte de nuestro día a día, que su presencia trascendiera la pantalla y se convirtieran en íconos culturales.

Hoy en día, en cambio, todo parece más impersonal. Las series y películas llegan a las plataformas digitales con una simple publicación en redes sociales y, si hay suerte, con una entrevista en algún medio. La relación entre las estrellas y su público se ha vuelto fría, distante y casi inexistente. Se ha perdido el entusiasmo, esa sensación de que los actores eran figuras inalcanzables pero, al mismo tiempo, cercanas gracias a su esfuerzo por promocionar sus proyectos de manera creativa y directa.

Quiero volver a sentir la emoción de ver a una estrella de cine o televisión y que realmente parezca una estrella, alguien especial, no simplemente otra persona más del montón. Antes, ver a un actor famoso era casi como ver a un dios: alguien que irradiaba carisma, que transmitía una esencia única, que te hacía soñar con sus historias tanto dentro como fuera de la pantalla.

Echo de menos aquellas promociones espectaculares en las que los actores se involucraban de verdad, en las que recorrer un país entero para hablar de su película o serie era parte del trabajo. Extraño las campañas publicitarias que inundaban las calles, los anuncios que no te dejaban olvidar que un gran estreno estaba por llegar. Hoy todo se reduce a unas cuantas publicaciones en Instagram y a entrevistas que parecen más compromisos obligados que encuentros genuinos con la audiencia.

Ojalá volvamos a una época en la que la promoción del cine y la televisión sea una celebración, un evento que nos haga sentir de nuevo la grandeza de aquellos que nos hacen soñar con sus historias. Porque el cine y la televisión no solo son productos de consumo, sino experiencias que deberían vivirse con emoción y admiración.

A la tele solo le falta volver a ser tele.

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